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EL MAL NECESARIO


PROPOSICIÓN VI 
En la medida en que el alma entiende todas las cosas como necesarias, tiene un mayor poder sobre los afectos, o sea, padece menos por causa de ellos. Demostración: El alma conoce que todas las cosas son necesarias (por la Proposición 29 de la Parte I), y que están determinadas a existir y obrar en virtud de una infinita conexión de causas (por la Proposición 28 de la Parte I); y así (por la Proposición anterior) logra padecer menos en virtud de los afectos que de ellas nacen, y (por la Proposición 48 de la Parte III) experimenta menores afectos hacia ellas. Q.E.D. Escolio: Cuanto más versa este conocimiento —a saber: el de que las cosas son necesarias— sobre cosas singulares que nos imaginamos con mayor distinción y vivacidad, tanto mayor es esa potencia del alma sobre los afectos, como lo atestigua también la experiencia. En efecto, vemos que la tristeza ocasionada por la desaparición de un bien se mitiga tan pronto como el hombre que lo ha perdido considera que ese bien no podía ser conservado de ningún modo. Así también, vemos que nadie siente conmiseración hacia un niño porque no sepa hablar, andar, razonar, y por vivir, en fin, tantos años como inconsciente de sí mismo. Si la mayor parte de los hombres naciesen adultos, y sólo hubiera algún que otro niño, entonces todos compadecerían al que naciese niño, porque en caso tal se consideraría a la infancia no como algo natural y necesario, sino como un vicio o pecado de la naturaleza. Podríamos hacer otras muchas observaciones de este género.

De Ética de Spinoza


De viaje por la sierra del Gerês, en el norte de Portugal, en sendos coches, de repente, uno de ellos, que ya empezaba a tener achaques, daba muestras de debilidad. Por un pequeño agujerito en el depósito iba perdiendo combustible. La situación se presentó apurada pues no había en muchos kilómetros gasolinera alguna ni taller de reparación posible. Alguien nos recomendó consultar con uno de los escasos vecinos, al que avalaba el hecho de  tener un tractor. Después de horas de espera el tractorista nos dió su opinión sobre la avería, se trataba de regresar a España muy despacio evitando que el depósito se vaciase, abastecerlo de vez en cuando por debajo de la linea del orificio pero !perigo nenhum¡ (ningún peligro) nos tranquilizó.


Valga este ejemplo para describir la situación de un "parkinsoniano" (espantosa nominación muy utilizada, no conozco que se use en muchos otros casos, griposo? canceroso? alzheimeriano?.) situación que me concierne directamente. El caso de un enfermo de este mal tiene cierto parecido y peor arreglo.  En esta afectación del cuerpo, para cuando te enteras, llevas años perdiendo combustible, en este caso dopamina, y dejas de carburar; lo que debía ocurrir paulatinamente- lo que viene siendo hacerte viejo- algo para lo que todos estamos más o menos preparados, se te echa encima y te pilla todavía con el look de la madurita de buen ver a la que no le pegan nada esos andares torpes ni esos movimientos robotizados. Y no queda más remedio que abastecer el depósito pero ya para siempre por debajo de la linea del orificio y hacer el camino que te queda despacito para no malgastar. Porque no hay reparación posible. ¡Tanto que se investiga como no hemos inventado, al menos, un avisador como el de los coches.!

Una imagen se me impuso enseguida a la observación, la de los niños cuando inician sus primeras correrías, se desplazan torpemente, a trompicones, casi al borde de la caída, pero no se frustran, no se agobian por ello, no quieren esconderse y disimular su torpeza, al contrario, ávidos de nuevas experiencias se lanzan más y más a la aventura de dar pasos hacia nuevos y deseables horizontes, un pasillo, una playa, un parque, un campo de deseo para recorrer, como sea, como sea... Si acaso no perdiendo de vista la mano de papá y mamá. Porque, como argumenta Spinoza en el texto, el niño no sabe, no tiene experiencia, nada perturba emocionalmente su afección corporal, quizás solo un poco de miedo. En esto nos parecemos, pero ya no hay mano de mamá.

Y si naciésemos viejos, con la propia lentitud de la vejez, el caminar indeciso  el movimiento torpe... Si, como el niño ignorásemos todo conocimiento que da la experiencia, si desconociéramos el alentador impulso de la adolescencia,  la ensoñación de la omnipotencia narcisista que alimenta la juventud, si no lo hubiéramos saboreado apasionadamente  o si, al menos, nos hubiera dado tiempo a aceptar su pérdida, probablemente menos dura  sería la caída. Pero hay una fórmula  infalible:la tristeza ocasionada por la desaparición de un bien se mitiga tan pronto como el hombre que lo ha perdido considera que ese bien no podía ser conservado de ningún modo. 

"Si no os haceis como niños no entrareis en el reino de los cielos" Mateo 18.3. 

Voy de camino. Esdedesear

Libre si consciente y viceversa.

" El deseo es el apetito acompañado de la conciencia del mismo"
De Etica de Spinoza.


Este "pequeño detalle" se me había escapado a pesar de los múltiples repasos que le doy a la Ética de Spinoza. Es lo que tiene. Cuando alguien con esa cabeza habla sobre los elementos más simples de los que se compone el carácter, siempre descubres algo nuevo sobre lo que merece la pena seguir avanzando, al menos a mí, que soy tan aficionada a "remexer" (vocablo gallego que significa algo así como remexer) en las raíces de ese saco de la abundancia que llamamos espíritu.



¿Cual viene siendo el descubrimiento, el detalle escapado? : que el deseo no se diferencia del apetito (animal, institivo, inconsciente) más que en que tenemos (los hombres en exclusiva) conciencia de él. Y eso es lo que nos hace creernos libres, y por ende, serlo, porque somos lo que pensamos ¿no habíamos convenido? Conocer los deseos, reconocernos: He ahí la libertad. Eso que tantas veces repito, "lo importante es saberlo", da igual cual sea la grandeza o la vileza de nuestras confusiones, pasiones, fusiones y efusiones, emociones, disfunciones, alteraciones, disposiciones, concepciones, sensaciones, dilaciones, expansiones, ilusiones, opciones, sanciones, distracciones, maldiciones, prevaricaciones... contracciones (¿cervicales?), lo importante es saberlo. Lo siento, solo en eso consiste la libertad, pero no es moco de pavo conseguirla, sin embargo.



Así que voy a transcribir algunos fragmentos de la proposición en la que Spinoza trata el tema, porque creo que seguiré hablando de ello un tiempo.


Parte tercera. Del orígen y naturaleza de los afectos.

Proposición II.

"Ni el cuerpo puede determinar al alma a pensar, ni el alma puede determinar al cuerpo al movimiento ni al reposo, ni a otra cosa alguna (si la hay)

(...) Sigue una Demostración de las que acostumbra a hacer. Y en el final del Escolio... suelta este
bombazo:

De modo que la experiencia misma, no menos claramente que la razón, enseña que los hombres creen ser libres sólo a causa de que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas que las determinan, y además porque las decisiones del alma no son otra cosa que los apetitos mismos, y varían según la diversa disposición del cuerpo, pues cada cual se comporta según su afecto, y quienes padecen conflicto entre afectos contrarios no saben lo que quieren, y quienes carecen de afecto son impulsados acá y allá por cosas sin importancia. Todo ello muestra claramente que tanto la decisión como el apetito del alma y la determinación del cuerpo son cosas simultáneas por naturaleza, o mejor dicho son una sola y misma cosa, a la que llamamos "decisión" cuando la consideramos bajo el atributo del pensamiento y "determinación" cuando la consideramos bajo el atributo de la extensión (la materia). Continuará...



Me recuerda a algo de lo que ya habíamos hablado, sobre la determinación, en un desarrollo de Peirce que me había dado mucho que pensar: "Qué hace sólido un razonamiento". Me apetece seguir dándole unas vueltiñas a ambos. Decisiones, determinaciones, resoluciones. Y a cual sea la razón de que me guste tanto la película "Cuatro bodas y un funeral" que he visto este fin de semana por tropecienta vez. En estas estoy y esdedesear.

Consecuencias del perseverar.

"Los procesos del sistema Icc(inconsciente) son atemporales, es decir, no están ordenados con arreglo al tiempo, no se modifican por el transcurso de éste, ni, en general, tienen relación alguna con él. También la relación con el tiempo se sigue del trabajo del sistema Cc (consciente)"
De "Lo inconsciente". Por Sigmund Freud

¿Qué es esto? Esto es ahora la nueva imagen de mi pasado.
El presente postmoderno.









¿Qué es esto? Esto es ahora la nueva imagen de mi futuro.
El presente intemporal del caminante.











Cualquier tiempo pasado no fué mejor. Yo ya lo sabía. También sabía que no sentiría más emoción que la que ya albergaba en mi corazón su recuerdo, pero quería volver. No era un imperativo de satisfacción actual de un deseo nostálgico, nada de eso. Era un juego, una ocasión.
La de comprobar que si algo ha cambiado esa no he sido yo. Aquella alegre y convulsa promesa que yo era entonces ha devenido una alegre y serena realización pero no ha sido un cambio, aunque yo no lo supiera. Ahora, con la perspectiva que permite la mirada al pasado, sé que en lo sustancial siempre he sido la misma, una sustancia libre "perseverando en su ser"

"Cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance , por perseverar en su ser" (el deseo).
"El esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser no implica tiempo alguno finito, sino indefinido."
"El alma, ya en cuanto tiene ideas claras y distintas, ya en cuanto las tiene confusas, se esfuerza por perseverar en su ser con una duración indefinida, y es consciente de ese esfuerzo suyo".
De ¨Ética" por Baruch Spinoza.

P.D. Gracias por acompañarme en este viaje y hacérmelo tan agradable. Sois el mejor presente que se puede desear.

Regreso al pasado.

"Quien se acuerda de una cosa por la que fue deleitado una vez, desea poseerla con las mismas circunstancias que se dieron cuando fue deleitado por ella la vez primera.
Demostración: Todo cuanto el hombre vio junto con la cosa que le produjo deleite(por la Proposición 15 de esta parte) será, por accidente, causa de alegría, y de esta suerte (por la Proposición 28 de esta Parte), deseará poseerlo a la vez que la cosa que lo deleitó, o sea, deseará poseer la cosa con todas y las mismas circunstancias que se dieron cuando fue deleitado por ella la vez primera."
De Ética, por Baruch Spinoza.

Hago un alto y me sirvo de las palabras de Spinoza para contaros que, como sabeis, estos días de carnaval voy a viajar treinta y tantos años al pasado. A un lugar que recuerdo con alegría y que seguramente se haya desfigurado interesadamente en mi memoria. Pero en todo caso la memoria siempre es interesada y lo que importa es la gratificación que ese recuerdo me produce. No volveré a poseer la juventud de aquellos días como esdedesear pero sí la inocencia. La edad de la inocencia no cumple años. Feliz carnaval.


P.D. Al terminar de escribir este texto empiezo el recorrido por algunos blogs que leo diariamente. Transcribo el primero, la entrada de hoy de Gómez Pin, para dejar testimonio de la "verdad" que encierra el azar.
Blog de Demetrio Pin
La necesidad de regresar
Unos días antes indicaba que en su reflexiones sobre Sésamo y lirios de John Ruskin, el creador de la Recherche indica que la literatura es tan sólo el pórtico que posibilita la búsqueda de una verdad escondida en cada lector, y que sería una errónea inversión de jerarquía el considerar que lo profundo reside en la literatura misma. También Venecia es fundamentalmente una ocasión de reencontrar la verdad propia; en el caso del Narrador ocasión de sentirse de nuevo en ese Combray del que quizás nunca realmente se había alejado. Nada encuentra en Venecia el que no tiene en su fuero interior algo que reencontrar. Al que realmente ama Venecia no les motiva, de hecho, otra cosa que la necesidad de regresar.

Deseo, luego existo.

"La mayor parte de los que han escrito acerca de los afectos y la conducta humana, parecen tratar no de cosas naturales que siguen las leyes ordinarias de la naturaleza, sino de cosas que están fuera de ésta. Más aún: parece que conciben al hombre, dentro de la naturaleza, como un imperio dentro de otro imperio. Pues creen que el hombre perturba, más bien, que sigue el orden de la naturaleza, que tiene una absoluta potencia sobre sus acciones y que sólo es determinado por sí mismo. Atribuyen además la causa de la impotencia e inconstancia humanas, no a la potencia común de la naturaleza, sino a no sé qué vicio de la naturaleza humana, a la que, por este motivo, deploran, ridiculizan, desprecian, o lo que es más frecuente, detestan; "
De "Ética demostrada según el orden geométrico". Por Baruch Spinoza

A veces cuesta encontrar las palabras para describir lo que sientes al leer a algunos filósofos, a los que más regresas, una y otra vez, por la iluminación que te dispensaron en el primer encuentro. Como estoy removiéndome en el asiento y agitando, como lo haría una batidora, el sinfin de expresiones que se me ocurren para ordenar el caos de sensaciones, voy a decir una sola cosa pero apasionada: ¡Hay que leer a Spinoza! Solo con leer el párrafo anterior ya nos sentimos más liberados de la gran responsabilidad que sin darnos cuenta estamos atribuyendo a nuestro "yo" en particular, a la naturaleza humana en general. ¡Ah! La famosa culpa.

Me gustaría regodearme y que habláramos de la anécdota de su biografía, que me resulta tan atractiva porque entraña la rebeldía, la originalidad de pensamiento y de acción del que no se casa con nadie, pero también el compromiso y la implicación del que sabe que el hombre no es nada sin la "Ciudad". Sólo con leer de nuevo el Herem de su expulsión de la sinagoga quedo tan impresionada otra vez... "Excomulgamos, maldecimos y separamos a Baruch Espinosa, con el consentimiento de Dios bendito y con el de toda esta comunidad... que sea maldito de día y maldito de noche; maldito cuando se acueste y cuando se levante; maldito cuando salga y cuando entre; que Dios no le perdone, que su cólera y su furor se inflamen contra este hombre y le traigan..." ¡Es mucho! Pero mucho más impresiona que, después de ello, Spinoza haya convertido el descrédito del que partía en una de las obras más fiables de la filosofía de todos los tiempos. Quizás simplemente porque contrapone al dogmatismo de los que se creen en posesión de verdades sobrenaturales, la honradez del que ofrece verdades naturales. "Las ideas inadecuadas y confusas se siguen unas de otras con la misma necesidad que las ideas adecuadas, es decir, claras y distintas" Es el gran consuelo de incluir el error en nuestra naturaleza como formando parte de la verdad.

Toda su Ética lo es. Un desgranar explicaciones, razones, justificaciones, un desmenuzar acciones, percepciones, sensaciones, que van produciendo ese maravilloso efecto de comprensión. Porque lo que Spinoza contempla es el gran esfuerzo que "la salvación" requiere. "La salvación humana se alcanza por el conocimiento", el conocimiento de las ideas adecuadas de las que brotan las acciones del alma y las inadecuadas de las que dependen las pasiones. Puedo atribuir a Spinoza el que yo haya descubierto "el deseo" como la esencia del hombre. "lo que le hace perseverar en el ser". Algo que ha sido fundamental para mi "salvación", para mi explicación, y en un orden de cosas más trivial la propia significación del nombre de este blog. Porque esdedesear que vivimos, y esdedesear que lo contamos. Pero hay también unas reflexiónes, en su Teoría de los Afectos dentro de ésta obra, que me entusiasman, y sobre las que quiero seguir hablando, las proposiciones sobre el lugar central que ocupan en nuestra vida los afectos de la alegría y la tristeza, que son afectos pero sobre todo efectos y por consiguiente no una meta sino solamente un paso. Y esto de que la alegría y la tristeza sean sólo un paso sí que fué un tremendo descubrimiento. Vereis por qué.