Un vecino del huerto le hizo este regalo a mi buen ayudante, que quedó mudo sin saber que decir, aunque su sonrisa y su mirada, confirmaron que la ilusión se apodero de él.



En principio las hemos metido en el gallinero, pero habrá que hacerle su propia vivienda, así que nuevo encargo y nueva tarea.

Pablo Abraira -