"La ética, la estética y la religión pertenecen a un ámbito donde ya no puede hablarse con sentido racional porque ya no es posible establecer criterios de significado y verdad para lo que decimos, como sí lo es en el dominio definido de la ciencia. Se trata de un recinto "superior" del espíritu humano, el místico, en el que no se funciona ya con la razón, la lógica y el lenguaje, sino con el sentimiento, la intuición y el silencio"
De "El feliz absurdo de la ética. (El Wittgenstein místico)" por Isidoro Reguera
Ando estos días repensando a Wittgenstein de la mano de éste autor que ya traje al blog más veces, porque tengo con su obra muy buena sintonía, y aprovecho este fragmento para hablar de los acontecimientos que nos disponemos a vivir próximamente, porque de nuevo la navidad llama a nuestras puertas, y de nuevo se las abrimos. Abrimos la puerta, al menos yo, de forma incoherente, a una de esas fiestas que heredamos de la tradición cristiana, sin pensarlo dos veces, o mejor dicho, pensando cada año por qué nuevamente nos vemos inmersos en esa vorágine de varia dimensión que nos proporcionan. Y padecemos gustosos las colas, los difíciles aparcamientos, los agotadores desplazamientos, los festines por encima de nuestras posibilidades (digestivas), y las recíprocas felicitaciones a todo lo que se mueve, entre otros. Sea cual sea la circunstancia, con ganas o sin ellas, la navidad se sale con la suya cada año.
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Zurbarán |
La lógica me dice que no tiene sentido, que nada de esto es verdad, que tal y cual, de sobras sabeis, pero yo ya no estoy en los dominios de la lógica, funciono sólo con el sentimiento, la intuición y el silencio. Y con éste poema místico, que me gusta desde niña, de Lope de Vega, os deseo Feliz Navidad y un año 2013 por encima de las posibilidades de la política.
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!