Modelos y modelos.
De " El mundo como voluntad y representación "por Arthur Schopenhauer.
Hace años una amiga me contaba que su psicoanalista le había preguntado en una sesión determinada cual sería su modelo de mujer. Ella, que tenía una apariencia abosolutamente virginal, de portal de Belen total, desprovista asímismo de los rasgos "ad hoc", contestó, con gran sorpresa por su parte, lo primero que le vino a la cabeza, como se le pedía: Mata Hari. Fue para ella un feliz descubrimiento que le sirvió en su futuro desarrollo personal.
Tomemos en consideración la definición de "modelo" en su aspecto científico aunque sea prestado para el discurso coloquial. (separación ciencias naturales/humanas en la que no creo pero tampoco quiero ponerme "espesa" porque no es el motivo de este blog, ni mucho menos). Se denomina modelo (científico) al resultado del proceso de generar una representación abstracta, conceptual, gráfica o visual... Efectivamente, esta misma definición sirve para esos modelos que consciente o inconscientemente y desde luego sin saberlo "motivan"nuestra conducta ya sea por identificación o por negación, que para el caso es lo mismo, de una u otra forma nos dirigen....a fin de analizar, describir, explicar, simular, en general, explorar, controlar y predecir esos fenómenos o procesos. Que el científico copie (quien toma prestado el término? ya que no existe la ciencia infusa) el "modelo" a utilizar en ciencia del propio funcionamiento de los procesos psíquicos elementales e involuntarios, no hace menos "modelo" al "modelo" de andar por casa que es nuestra imaginación.
Pues bien, otra forma de atrapar esa voluntad que se nos escurre entre las ideas, ese "Este eres tu" del que hablaban los Vedas, el "conócete a ti mismo" del Oráculo, para la posible realización de la vocación, la aletheia, de Schopenhauer y Ortega, para la salvación de que todos nos hablan, y que, como os conté, entiendo en el sentido foucaultiano del que hablaba en las primeras entradas de este blog, es contrastarnos con los "modelos" que tenemos en la mente. Son fantasías, pero son nuestras fantasías. No podemos obviarlas, no debemos hacerlo, porque "Trat twan asi", este eres tu, es nuestra potencia de obrar como nos dice Spinoza, el alma se esfuerza en imaginar las cosas que aumentan o favorecen la potencia de obrar del cuerpo. He estado haciéndolo estos días al acordarme de la anécdota del principio y también yo pensé en los modelos de mujer de mi imaginación que os contaré en la próxima entrada. Id pensando en los vuestros. Esdedesear.
A latigazos con la voluntad
De "Funciones y estructuras del consciente y el insconsciente", por Carl.G. Jung
La anécdota etnográfica (hoy sería bastante controvertida, me parece a mi), puede ilustrarnos si nuestra voluntad se resiste. Me inclino más a pensar que el indígena flipaba al ver que le invitaban a recorrer ciento veinte kilómetros para llevarle sus cartas a los blancos, no me extraña que pusiera los ojos a cuadros y no moviera un dedo, pero entre el látigo, los insultos a los antepasados y la danza del somalí, la voluntad hizo su aparición y luego, como no podía ser menos, el prurito de poder chulearse delante de sus compatriotas hizo el resto. Al final, palos y ego, a eso se reduce cualquier existencia.
Cuando yo era pequeña era fundamental disponer de dos características importantes en la personalidad: "ser de ciencias" y "tener fuerza de voluntad". Carecer de estas dos fuentes del éxito en la vida era fatal. Yo carecía de ambas, según las etiquetas que me endosé-aron. No sé muy bien si fue antes la gallina o el huevo. El caso es que con el tiempo, por suerte, descubrí que no era así. Un día tomé la determinación de adentrarme en el "proceloso-tenebroso-inalcanzable" mundo de las ciencias y descubrí que no, que tampoco era para tanto, que no se es de letras como si fueras de Gijón y punto. Supuso para mi poder completar una energía espiritual que permanecía dormida, despertarla fué estupendo. Y que lo de no tener fuerza de voluntad estaba más condicionado por cierto estado de ánimo que es suceptible de variar con la alegría y el buen rollo más que con los palos. Eso sí, no probé con la danza, a lo mejor sirve para las dos cosas y viajo gratis a Uganda. Esdedesear.
¡Éste eres tu!
Del Prólogo a Obras Completas (1932) por José Ortega y Gasset
"Así pues queda claro, en virtud de todo esto, que nosotros no intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino que al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos." De Ética, por B.Spinoza
Una mañana soleada de octubre, sentada en unas rocas, frente al mar, leía "Schopenhauer, Nietzsche, Freud" de Thomas Mann. En "Relato de mi vida" describía este autor, intimista, las emociones que le había producido el hallazgo de un libro que contenía la obra de Schopenhauer "El mundo como voluntad y representación": "...pero lo más esencial de todo aquello era una embriaguez metafísica que tenía gran relación con una sexualidad que estallaba tardía y violentamente y que era más bien de índole mística y pasional que propiamente filosófica". Un tiempo después yo también me encontré con el mismo libro, que compré por recomendación de un librero que decía que debía aprovechar la ocasión pues iba a ser difícil conseguir aquella edición en adelante. No lo leí entonces, pero el recuerdo de la crítica de Mann junto con un primer vistazo superficial, sus confidencias emotivas y el olor de las páginas de aquella edición, clavaron en mí las primeras flechas de Cupido.
Durante la carrera, cada curso, estudiábamos una asignatura que se llamaba"Historia de la Filosofía" que abarcaba unos cuantos siglos por curso, desde griegos hasta contemporaneos. Había planeado que al llegar a cuarto, siglo XIX, sería la ocasión para dedicarle mi investigación, pero mi sorpresa fue que Schopenhauer no estaba en el programa, estaban Comte, Nietzsche, Hegel, de éste último el profesor titular de la asignatura era un especialista. Ajena, como soy de carácter, a consideraciones más utilitarias me dirigí a él para plantearle mi aspiración, y accedió. ¡Allá Vd., usted verá...! Supongo que, como buen filósofo, no quería poner límites a mis afanes "metafísicos" y me embarqué en una aventura en la que, ahora me doy cuenta, solo contemplaba y primaba mi deseo de adentrarme en aquel enamoramiento. Sólo de él era consciente, no existía para mí el deseo del profesor, que habría volcado sus intereses en el diseño del programa, digo yo, y que sería especialista en Hegel por algo, digo yo. Todo ésto lo veo ahora, mirando hacia atrás, como, por cierto, dice Schopenhauer que es la única forma de conocer nuestra voluntad: "En efecto, el intelecto no se entera de las decisiones de la voluntad más que a posteriori y empíricamente"El resultado ya lo conoceis, feliz durante y feliz al final, todo fué disfrutar ¡Vd. verá! se convirtió en un ¡Deslumbrante, magnífico! (suena a farol, je,je, pero es cierto) en una nota manuscrita que acompañaba a la devolución de mi trabajo. Yo no lo buscaba, lo sé ahora, buscaba solo trabajar sobre aquellas ideas intuídas, desentrañarlas.Y la calificación, la evaluación, la circunstancia, por añadidura, me sorprendió y me gratificó también. ¿Era inconsciente de lo que hacía? No. Era consciente de mi deseo. Y además no tenía miedos que lo enturbiaran, y no era exceso de confianza, pues entonces carecía totalmente de ella. "El perfil de éste (el quehacer) surge al enfrentar la vocación de cada cual con la circunstancia. Nuestra vocación oprime la circunstancia, como ensayándo realizarse en ésta. Pero ésta responde poniendo condiciones a la vocación. Se trata pues de una dinamismo y lucha permanente entre el contorno y nuestro yo necesario" (Ortega).Es frecuente que la palabra "vocación" esté asociada a un parcial desarrollo de nuestra personalidad, la profesión, la afición, etc. Y sin embargo tengo para mí que la vocación ha de realizarse en todas las facetas de nuestra materialización humana. Nada me parece más estéril que el empeño en hacer lo que el otro quiere, o lo que imaginamos que quiere (la confusión está servida en este terreno tan difícil de delimitar) , sea pareja, amigos, compañeros de trabajo, sociedad,"el mundo", si lo hacemos contrariando el deseo propio esperando recompensa de ello, incluso si la recompensa es para los demás. No solo nos hace permanecer insatisfechos a nosotros mismos sino que ese"sacrificio" (excepción hecha de sádicos y masoquistas) carece de la originalidad necesaria para convertirse también en el placer de aquel al que queríamos "complacer", com-placer solo puede derivar del placer compartido. El resultado suele ser el disgusto, el reproche, en fin, el displacer de todos con su efecto de rebote. Nos obliga a permanecer en un horizonte chato. "Uno por otro, la casa sin barrer". Por el contrario, nada me parece más feliz que hacer lo que uno elige y desea, si además lo puede compartir se multiplicará la satisfacción, pero en todo caso siempre producirá una ganancia, un enriquecimiento, el que conlleva la realización del deseo y el alejamiento de la amargura. Elegir el instante siguiente sin defraudar la necesidad, sin eludirla, dice Ortega. La vocación no es la meta, es el camino, en él se substancia a cada instante. En mi opinión no se trata de reclamar su fraude al "maestro armero" sino de preguntarnos a nosotros mismos cuánto nos hemos defraudado, cuánto de injustos hemos sido con nosotros mismos.
"Y esta verdad es que la voluntad es la esencia de cada fenómeno, pero en cuanto voluntad pura está emancipada de las formas del fenómeno y por consiguiente, de la multiplicidad. Verdad que en relación con la conducta no encuentra otra expresión más elevada que la que le dan los Vedas. !Trat twan asi¡ Éste eres tu. El que se la asimila con claro conocimiento y con firme persuasión y la aplica a todas las críticas que encuentra en su camino, poseerá ipso facto, la fuente de toda virtud y de toda felicidad y estará en el camino de la salvación.".(Todas las citas de Schopenhauer son de "El mundo como voluntad y representación.")
¿Trat twan asi?. Esdedesear