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Emprender un viaje: el psicoanálisis.

"Quien quiera averiguar por este signo, quién es él o ella en verdad, tiene que emprender al menos una vez en la vida, el viaje al origen, desde el que solo es posible entender la vida surgida"
De "Esferas" por P. Sloterdijk,

Hace unos meses disfruté, con auténtico placer, de la lectura de varios libros del escritor canadiense Robertson Davies; sobre todo de su  entretenidísima "Trilogía de Deptford". Es un autor de portentosa imaginación y creatividad y sus obras de alta calidad literaria, (alguien lo comparó con Dickens)  quesin embargo, no se presta para  entresacar de sus obras esas enjundiosas frases que a todos nos gusta resaltar, apuntar en nuestros cuadernos, y releer en ocasiones posteriores con auténtica veneración, porque son fragmentos que superan toda circunstancia temporal y su mensaje permanece pleno de significación; tanto es así que sólo guardé en  mi cuaderno una única  reflexión: "la lira de Orfeo abre las puertas del otro mundo: el de los sentimientos". 

Ya he hablado en otras ocasiones de Orfeo y, en concreto, de  su demanda a los dioses de que le devolvieran, desde el otro mundo, a la amada muerta, !ahí es nada!. Tal vez por eso esta frase me recordó inmediatamente otra demanda, la del sujeto que acude a un psicoanalista, alguien que enredado en relaciones "surreales" no sabe que la causa de sus inquietudes, de sus insatisfacciones, es  precisamente esa soberbia demanda, y esta vez no a los dioses sino a los otros sujetos, objetos, asimismo, de sus propias demandas, como vasos comunicantes interactuando. Una demanda imposible de satisfacer porque, efectivamente, el ser amado está muerto y perdido.
Pero no todo, Freud dixit. A todo el que se adentra en un análisis, para "salir de la stultitia"( estado que llamaba Foucault a "la no relación con uno mismo"), tocando las cuerdas de su propia lira, se le abren las puertas del otro mundo, el de sus auténticos sentimientos y entran en tromba las aguas turbulentas de lo desconocido que al rozar con las llagas de la herida abierta las cauterizan, permitiéndole entonar  una nueva partitura en demanda de la amada, esta vez, viva. .

Hace unos días se celebró en Coruña un Congreso de Psicoanálisis que tuvo como tema central:  el amor, y con esta ocasión V Televisión entrevistó a un prestigioso psicoanalista que os recomiendo encarecidamente, la entrevista claro, y al psicoanalista también a quien convenga. Esdedesear

http://www.vtelevision.es/informativos/viav/2012/11/13/0031_6_158379.htm

Reivindicar matando.

"Los ejemplos de afinidad con el pensamiento psicoanalítico a lo largo de la obra de Canetti son numerosos, y daré unos cuantos ejemplos:
— La desmitificación de un ser humano angelical que es reemplazado por un ser ambivalente y cruel, en realidad un asesino, que se debate entre el amor y el odio.
— Tanto Freud como Canetti conceden una gran importancia a los procesos mentales conscientes e inconscientes como determinantes de la conducta humana individual y de grupos, y, a diferencia de otros autores (Ortega, Le Bon), descartan los movimientos sociales o ideológicos como motores de la conducta humana. Para ambos, el motor de la humanidad es el individuo y su psiquismo.
— Ambos coinciden en la importancia del autoconocimiento como la meta principal del hombre y su solución. La salvación del hombre de la barbarie está en conocerse.
— La importancia de la experiencia emocional directa para adquirir el conocimiento. El verdadero conocimiento no es transferible, no se puede enseñar.

De "Canetti y el psicoanálisis". Por Raquel Kleinman.


Poco más puedo decir yo, sino es referirme a la imagen que arriba os muestro, una de las muchas que nuestro enorme intelectual gallego Castelao ha dejado para nuestra íntima reflexión. Paralelas a nuestras vidas cotidianas, ellas mismas preñadas de la incompresión por las propias decepciones y sufrimientos innecesarios, están éstas otras en las que se puede llegar a matar por amor. La mayor incomprensión nos viene dada porque la causa del dolor sean los "otros", esos mismos a los que tanto necesitamos, dependientes como somos de su reconocimiento y de su compañía. Y, desesperados por no poder encontrar causas explicables sencillamente lo achacamos a la "irracionalidad" del ser humano sin pararnos, las más de las veces, a pensar qué es esa irracionalidad a la que atribumos nuestros males y sobre todo, qué podemos hacer con ella, porque sí podemos hacer algo, es poca la libertad de movimientos que tenemos pero hay alguna y muy fructífera.

Pues sí, en un momento de la historia del pensamiento algunos genios pensaron sobre eso, todos sabemos que hay tres obras capitales para el mundo moderno: "El Capital" de Marx, "El Nacimiento de la Tragedia" de Nietzsche y "La Interpretación de los sueños" de Freud, las tres nos obligan a una interpretación de nosotros mismos y nos llevan a una autorreflexión y crítica. En concreto el psiconálisis freudiano vino a ampliar las posibilidades de la realidad humana en ese sentido porque, como dice Manuel Suances en su estudio "Freud y el psicoanálisis":

" acabó con el menosprecio del inconsciente psicológico que marchaba paralelo con el desprecio del trabajador, al hombre desposeído social y económicamente, con el desprecio a los pueblos primitivos, llamados bárbaros y con el desprecio de otras culturas lejanas en el espacio y la historia. Y porque desarrolló la autocrítica y la autorreflexión: autocrítica y autorreflexión imparable basada siempre en el análisis minucioso de los hechos y su posterior reflexión. También crítica de los tabues psicológicos y sociales que marcaban la cultura. Desconocíamos que toda dicotomía de cuerpo y alma, cerebro y pensamiento, arte y ciencia, cultura humanísitica y cultura científica responde a una sección quirúrgica que pasa inevitablemente por el sector más importante de la realidad destruyéndolo. Solo con una autorreflexión sobre las condiciones psicológicas y sobre los intereses emocionales o de clase, económicos o históricos que condicionan esta eliminación de lo más rico de la realidad al pretender ordenarla y clasificarla, somos capaces de recuperar lo perdido y de darnos cuenta de la grave amputación, que inconscientemente, llevamos a cabo en una parte esencial de la realidad." Yo también lo creo y esdedesear.

Asilvestrados

"Los lectores de Canetti conocen su proverbial aversión al psicoanálisis y a Freud, y se preguntarán, con razón, acerca de las razones de una psicoanalista para querer dedicar un libro a Canetti. Al leer su obra, que desde un primer momento me cautivó, me di cuenta de la contradicción tan notable que encerraba su actitud hacia el psicoanálisis. Por una parte, su enfoque de la naturaleza humana y de los fenómenos de la masa y el poder corrían en paralelo a las ideas del psicoanálisis, considerando el factor inconsciente e irracional como predominante en el comportamiento humano, pero al mismo tiempo Canetti no desperdiciaba oportunidad de atacar de un modo visceral y a veces irracional a Freud y su teoría. Consideré que había que contestar a estos ataques y aclarar de una vez la actitud ambivalente y confusa de Canetti hacia un hombre al que admiraba y hacia una disciplina con la que estaba de acuerdo en muchas cosas sin reconocerlo. Me pareció que Canetti tenía que saldar su deuda con el psicoanálisis, pero al mismo tiempo merecía ser considerado como un innovador en su enfoque de la masa y el poder. Para ello, me propuse estudiar sus propuestas alternativas y evaluarlas junto con las del psicoanálisis.
Escribir el libro "Elias Canetti: Luces y Sombras" supuso para mí una lección de tolerancia, ya que pude poner en práctica la teoría canettiana del aprendizaje y del conocimiento. Me refiero a su conocida aversión a las teorías cerradas y a las limitaciones de la especialización, y a su atracción por la amplitud de los campos del saber y por la mezcla multidisciplinar como el camino más seguro de acercarse a la verdad. Al enfrentar y colocar juntas las teorías de Canetti y el psicoanálisis sobre la naturaleza humana desde un respeto por las diferencias y apuntando a las afinidades, aprendí a integrar (1) los aspectos diferentes —que, tanto si se trata de teorías o de personas, solemos calificar de ‘malos’— junto con los afines o buenos, para así conseguir una mezcla multidisciplinar y muy enriquecida, característica del mundo de Canetti. Fueron precisamente las contradicciones de su madre las que le enseñaron a Canetti que la verdad requiere juntar lo diferente y lo conflictivo: «Yo percibía ambas cosas, su despiadada agudeza y su generosidad. En ese entonces yo no sabía qué era la vastedad, pero la sentía: poder abarcar tantas cosas y tan contradictorias, el que lo aparentemente incompatible pudiera ser válido al mismo tiempo, el poder sentirlo así, sin morir de miedo, y que se lo debiera nombrar y considerar, la verdadera gloria de la naturaleza humana —eso fue lo que realmente aprendí de ella»(2). Y con esto, pasemos al tema de este artículo: Canetti y su relación con el psicoanálisis."


(1)Término psicoanalítico acuñado por Melanie Klein y que representa la idea psicoanalítica actual de un funcionamiento psíquico saludable capaz de tolerar los aspectos conflictivos de la personalidad y de la realidad exterior, estando la proyección y la escisión de las partes ‘malas’ en el otro extremo patológico de la conducta.
De "Canetti y el psicoanálisis". Por Raquel Kleinman


¡No hay casualidades!, que se lo digan a Freud. Y ésta que os voy a contar pertenece al tema de las afinidades que, aprovechando la sabiduría de Ortega, os comentaba estos días pasados. Estaba yo intentando la lectura de una novela de Broch (uno de los tutores y modelos de Canetti) "Pasenow o el romanticismo", que pertenece a una trilogía "Los sonámbulos" que algunos quieren parangonar con "La montaña mágica" de Mann y desesperada por un aburrimiento mortal, sin querer dejarla por no hacerle un feo a mi admirado Canetti, ya que tanto valoraba a Broch no solo como escritor sino por sus muchas otras cualidades personales,(tal como describe en "Historia de una vida", que, como sabeis, fue mi apasionante lectura del verano pasado), cuando rastreando google para ver qué diantres me podía aclarar de esa, para mi, incomprensible relación, me encontré con este artículo de Raquel Kleinman, psicoanalista : http://revistas.um.es/daimon/article/viewFile/14831/14321 del que entresaqué estos fragmentos.

Ya había llamado mi atención,y lo hice objeto de comentarios, este mismo aspecto que a ella se le antojó digno de su tesis doctoral, y no me extraña. A pesar de su negación de Freud, y su odio a nombrar la palabra subconsciente, la autobiografía de Canetti transmite un poderoso mensaje de una concepción de la vida y de las vidas que se fundamenta en la necesidad y la práctica del autoconocimiento, del análisis, una fuerte concepción que no puede ser más que psicoanalítica, y que, escrita ya al final de su vida literaria da muestra de un "funcionamiento psíquico saludable" que ha "integrado" ya "los aspectos conflictivos de la personalidad" y "los de la realidad exterior" según la definición de Melanie Klein. Me temo que eso influyó, en el atractivo que, aparte de su tremenda amenidad, tuvo para mí. Me sumo a Ortega, llega un punto en que no puedes más de retórica y deseas ya que el autor que lees tenga un buen "balance vital" que ofrecer. Eso no lo percibí en el caso de Broch y finalmente abandoné la lectura de su novela.

"En su obra Canetti nos muestra un autoconocimiento (en los tres tomos de su autobiografía) que utiliza en su estudio de la naturaleza humana (Masa y Poder) para desenmascarar los aspectos ocultos e inconscientes de la conducta humana. Es un acto valiente por su parte porque no es difícil prever la actitud de profundo rechazo que esto despierta en el hombre enfrentado a su inconsciente oculto sin haberlo buscado expresamente. El psicoanálisis denomina esta práctica como "silvestre", es decir, sin el encuadre y los demás requisitos que la técnica recomienda para ello. Canetti intenta enseñarnos nuestro fuero interno a través de su arte, como lo hacía Goya en sus cuadros, pero sus palabras nos hieren tanto que muchos resuelven no leerle. Con razón consideraba las obras de arte que depertaban rechazo como portadoras de verdades, y luchaba activamente para que el hombre viera su fuero interno y aprendiera de ello. Sin darse cuenta, de nuevo estaba alineado con Freud, sólo que su manera provocativa de mostrarle al hombre sus aspectos ocultos y desagradables hizo que su obra fuera tan impopular como el psicoanálisis.

En la próxima entrada seguiré hablando un poco más de este impopular tema porque humildemente confieso que yo soy también un tanto asilvestrada y me empeño en hablar de cosas que despiertan rechazo aunque mi defensa viene dada de mi absoluta fe en que son "portadoras de verdades" y la fe sí que esdedesear.