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¿Filosofar es no vivir?

"A esta faceta menos explorada he dedicado más de cuarenta años de meditación. Y no evito la exageración aparente, que puede ser fácilmente caricaturizable, pues no pretendo sugerir que pasé cuarenta años en meditación. La exageración no es tal, y creo que podría decir que es una proposición muy exigua, sea quien fuere el sujeto que la confiese, sin metir. Meditar en la función esencial del eros no implica el prestigioso postulado: "Filosofar es no vivir", muy al contrario, esa meditación, que puede empezar con la propia vida, es algo más íntimo, más total y absoluto que el mismo diálogo interior, puesto que en éste- ya que es diálogo, prevalece cierta dualidad, mientras que la meditación del eros puede no ser más que el efecto de una transmutación; lo que resulta, brota, se produce cuando la carne se hace verbo."
Del Prólogo de "Saturnal", por Rosa Chacel.

Hemos estado repasando modelos:...representación abstracta, conceptual, gráfica o visual... más sentimentales que racionales, de mujer, al menos eso es lo que yo quería haberos contado estos días. Pelagia, Karen y Jane, como os dije, son en mi memoria, en mi corazón, el resultado involuntario de un recuerdo selectivo ajeno a mi propia intencionalidad. Ocultos pero eficientes, creo yo. Estuvo muy bien volver a re-cordar. Mujeres de tres épocas distantes en el tiempo, materializando sus existencias en el mismo espacio: El amor. Pero ahora quiero hablaros de una figura de mujer, real, que admiro y respeto y hasta donde puedan separarse esos espacios si ello es posible, situo más en el terreno de la conciencia que de la imaginación. Conciencia de haberla elegido y seguido. Rosa Chacel, mujer, pensadora y escritora, cuya gran personalidad se evidencia en esta entrevista que os remito a continuación. Nada de lo que yo pueda decir añadiría valor a sus palabras. Así que callo porque esdedesear.




http://video.google.com/googleplayer.swf?docid=-1936071397909791596&hl=es&fs=true"

La voluntad de pronunciar ciertas palabras.


"Las dos aspiraciones fundamentales de la vida humana y por las que, tal vez, merezca que siga ésta fluyendo "entre el silencio de las esferas", son la inteligencia y el amor. Y ello es lo que motiva ese equilibrio que los griegos llamaron eudaimonía-felicidad-. Pero ambos términos han sufrido un deterioro tan creciente, y sus vetas se han cuarteado tanto en la costra de los social, que el mencionarlas arrastra inevitablemnte un regusto humanista y el aire de una consoladora y romántica utopía. Y sin embargo, el miedo a ciertas palabras, metido en las articulaciones de una sociedad deformada, ha de vencerse únicamente con la voluntad decidida de pronunciarlas y, por supuesto, con la de pensar y estructurar las otras que nos encarcelan y reprimen."

De La memoria del Logos". Por Emilio Lledó.

Como tantas generaciones a lo largo de la historia, la mía se movió también entre dos polos en sus usos y costumbres amorosas (inolvidable el libro de Carmen Martin Gaite, "Usos amorosos de la posguerra española"). Por una parte lo propio de la educación cristiana recibida, que incompatibilizaba pasión y matrimonio y que convertía al que cometía adulterio y a la propia adúltera, en personajes más interesantes, y por otra los penetrantes cantos de sirenas que suponían las ideas expuestas por Marcuse en "Eros y Civilización" que nos llegaban "a trancas y barrancas" pero con la fuerza que tiene todo lo que intenta acabar con las barreras de la hipocresía social. Ser una mujer liberada era "lo más". Al abrirse las compuertas de la represión, si acaso en lo físico, la fuerza del torrente nos arrastró y, al tiempo que limpiaba de ignominia el oscuro paisaje iba también disolviendo a su paso algo más que restricciones, destruyó los cimientos sólidos sobre los que fundar la pareja humana que, como en un nuevo paraíso terrenal tuvo que arreglárselas para encontrar la senda segura y así lo hicimos con mejor o peor fortuna.


Leer novela romántica estaba mal visto y de hacerlo, mejor ocultarlo. Eso me ocurrió con "Jane Eyre", su protagonista respondía a todos los tópicos que enardecían mi sensibilidad, la lucha entre el bien y el mal, la energía interior que proviene de la belleza del espíritu triunfando sobre los aspectos terrenales como corresponde al respeto por todos los códigos de valores victorianos. "Estaba en mi casa, que al fin pude encontrar. Al pronto me pareció una choza, una humilde casita con las paredes enjalbegadas y el piso de tierra. Por todo mobiliario poseía cuatro sillas pintadas, una mesa, un reloj, un armario, dos o tres fuentes y platos y un juego de té de loza de buena clase en la cocina. Y en el piso de arriba, una alcoba del mismo tamaño con una cama y una cómoda, pequeña; pero de sobra para guardar mis escasas ropas, que el cariño de mis generosas amigas me había proporcionado, y que consistían en un modesto ajuar de todas las prendas necesarias." Este modelo de autosuperación, desde la infancia desgarrada con los perversos familiares y la vida miserable en el orfanato de Lowood, que enamora a Edward Róchester, representante máximo de la fuerza varonil, de la posición social inalcanzable y de la más absoluta arrogancia, me conmovía hasta el extremo y se me presentaba como el modelo imposible, imposible al menos contárselo a nadie"Tengo que cuidar de mi misma; cuanto más solitaria, más aislada, más abandonada me vea, más he de respetarme. He de guardar las leyes dadas por Dios y sancionadas por los hombres; tengo que seguir lo que consideraba mis principios cuando estaba en mi sano juicio, no lo que se me ocurra ahora, que estoy loca. Leyes y principios no sólo han de guardarse mientras no exista tentación alguna, sino que es en los momentos de prueba y desaliento cuando el cuerpo y el alma se rebelan contra sus rigores, y entonces es cuando deben ser más inviolables e inviolados." ¡Guauu! Justo todo lo que había pasado de moda en los inicios de la revolución de los sexos y los ardores capitalistas. Cerrar página y olvidar lo que había sentido. Negar hasta morir.
Pero "a quien Freud se la dió,Freud se la bendiga", el tiempo da gusto a todos dice la sabiduría popular y hoy, curada de espantos, puedo contar sin sonrojarme que en esa otra cara de la conciencia que es el deseo, siempre quise parecerme a Jane Eyre. Y si estos modelos femeninos que os conté os sugieren burlonas consideraciones por sus perfiles harto vulgares y pelín cursilones, esperad a que os cuente los que pertenecen a mi otra mitad, es decir, los modelos masculinos de mis entretelas. ¿Y los vuestros, que tal? Esdedesear.

Vacío y Compromiso.

Canso la vida y siempre espero un día
de fingido placer; huyen los años
y nacen de ellos mil sabrosos daños
que esfuerzan el error de mi porfía

Son, por do salir pienso a mi alegría,
tan inciertos los pasos, tan extraños,
que rematan el curso en mis engaños,
y de ellos vuelvo a comenzar la vía.

Descubro en el principio otra esperanza,
sino mayor, igual a la pasada,
y en el mismo deseo persevero;
mas torno sin cesar a la mudanza
de la suerte, en mi daño conjurada,

y esperando el fin cierto, desespero.

Poema de Fernando de Herrera

Yo había ido a ver "una" de Robert Redford cuando se estrenó "Memorias de África" , obra maestra del cine del que cabría seguir hablando horas, y entonces conocí a Isak Christencen Dinesen, autora de la novela en la que se basa y personaje de la película cuya compleja personalidad desbancó, en adelante en mis recuerdos, el papel preponderante que le había concedido de antemano a su partenaire. Enseguida, sobre la marcha, como la locomotora que penetra África, como la misma luz de Kenia, se fue iluminando aquel modelo de insatisfacción oculta bajo aquella bellísima apariencia. Tras su elegancia, su gusto refinado, sus gestos serenos, sus calculadas demandas, su porcelana de Limoges, su adorada cristalería, su ferrea disciplina y su fuerte ánimo, se escondía una débil y equivocada mujer.

porque el amor nunca saca a nadie de sí mismo. (Lacan)

Con la misma frialdad en sus palabras que el gélido paisaje danés que la rodea en la jornada de caza, negocia con el varón Bror Blixen-Finecke, -el hermano de mi amante-, la salida a la angustia que le producen los devaneos mujeriegos de Hans, lo hace ofreciéndole un matrimonio a cambio del dinero de su madre,-¿no estás siendo demasiado romántica?- pero la angustia regresa cuando comprueba que - has comprado un título, no me has comprado a mi-. la frustración se repite en forma de desamor.

Enamora a Denys Finch Hatton, contando un sencillo relato al calor de la chimenea, mientras disfrutan una copa de brandy, y todos conocemos la intensa y maravillosa historia de amor que se desarrolla entre ellos, pero la angustia regresa, esta vez en forma de demanda de "compromiso", porque a Denys no lo puede comprar, -Denys no le da importancia a nada- Lo tiene a él- yo siempre regreso-tiene su amor, como tiene todo lo demás que merece la pena, el coraje, la decisión, la belleza, la armonía, pero no lo sabe, amordazada por el vacío que la atenaza, incapaz de superar los atavismos, reclama en su demanda lo mismo que la excluye de la autenticidad de su deseo.- me gustaría que me lo pidieras alguna vez (el matrimonio) aunque yo te dijera que no- El compromiso lo quiere en forma de sonidos, de signos, no le llega con el gozo de su historia de amor, no puede reconocerse en ella, solo lo conseguirá con su muerte. Privada de él, en la melancolía de su pérdida, Isak Dinesen se reencuentra y nuevamente con su relato enamora. Esta vez sí para siempre, escribiendo, como Denys le pidió.
http://www.youtube.com/watch?v=FtYvhKpoJkA

P.D. Mi homenaje a Sidney Pollack por tan bella e inteligente película, a John Barry por tan extraordinaria banda sonora, a Robert Redford, Mereel Streep y Klaus Maria Brandauer, por tantas y tan maravillosas interpretaciones. Esdedesear.

Velle non discitur

"El intelecto no puede hacer más que dilucidar en lo posible la naturaleza de los motivos, pero no puede determinar a la voluntad misma, pues hasta ella no puede llegar, es más: no puede comprenderla."

"Todo lo que los motivos pueden es variar la dirección de su esfuerzo, es decir, hacer que lo que la voluntad invariablemente persigue, lo busque por otro camino que lo había buscado hasta entonces. De modo que la enseñanza, el conocimiento perfeccionado, es decir, el influjo exterior, podrá mostrar a la voluntad que se equivocó en los medios y podrá hacer que el fin que se propone con arreglo a su íntima esencia lo busque por otra vía y hasta en un objeto diferente. Pero nunca podrá hacer que la voluntad quiera otra cosa que la que ha querido siempre...
De "El mundo como voluntad y representación". Por Arthur Schopenhauer.

En estos tiempos lo profesional, lo laboral, está, a mi juicio, sobredimensionado en lo afectivo, de forma que los seres humanos deseamos desarrollar nuestra "humanidad", nuestra esencia, lo que coloquialmente llamamos realizarnos, fundamentalmente en ese terreno. Es de risa, habida cuenta de que el "trabajo" es la consecuencia de un castigo... a lo mejor por eso. A todos nos pasa, en cierta medida. Las últimas reivindicaciones de las mujeres manifiestan una gran frustración en ese sentido, la igualdad pasa sobretodo por la igualdad en lo laboral, espero que eso no suponga el abandono de la lucha en el espacio íntimo, ya que este espacio, por oculto, escapa a los medios de comunicación, al atractivo mundo de la imagen.


Digo esto porque, al hilo de lo que hablábamos el otro día y reflexionando sobre mis modelos de mujer, que llamo modelos por la corriente de simpatía que ha permanecido hacia ellas en mi corazón a lo largo del tiempo (el principio de placer está en la base de nuestras identificaciones, ya sabemos), me he dado cuenta de que ninguna de ellas es "una profesional" en ese sentido. Tampoco son heroínas, mujeres fatales, o adorablemente superficiales, lo cual me preocupa seriamente ¿seré terriblemente aburrida? Tienen las tres mujeres de las que os voy a hablar varias cosas en común. A grandes rasgos diría que se parecen en fortaleza y decisión. Tienen de común también un "Otro", hombre, mundo... Y las tres pertenecen a la "vida literaria" que diría Gómez Pin. En fin, como buenos modelos son también ideales; la cruda realidad, como en la sección de "El programa de Berto" ( domingo noche en la Sexta) es otra cosa.


Una vez superada la inclinación hacia las mártires tipo María Goretti, muy habitual entre las niñas de mis tiempos, la más antigua en mi recuerdo, hacia mis veinte años, es la protagonista de "La Madre" de Maximo Gorki, mujer de gran fortaleza física y psicológica, voluntad y anhelo de lo bello y lo humano dentro de la más absoluta pobreza y miseria del último peldaño de la escala social. Todos los ingredientes de la protagonista de una novela realista y social, que se juzga panfletaria pero que me sigue encantando. No es tanto una "madre", como una conversa:

Fragmento de "La Madre" de Gorki.
Mi querido Andriusha-empezó a decir como si le hubiera abierto el corazón y brotaran de él, jugueteando, las palabras llenas de alegría-. Estuve reflexionando sobre mi vida. ¡Señor mío Jesucristo!Pero ¿para qué he vivido? Palizas..., trabajo...No he visto nada, salvo a mi marido, no he conocido nada salvo el miedo. Y cuando Pasha iba creciendo, no sé si me he dado cuenta de su presencia y le he querido mientras vivía mi marido. No lo sé. Todas mis preocupaciones, todos mis pensamientos se reducían a una cosa: preparar una buena comida para la fiera, que quedara satisfecho, darle sus caprichos, contentarle a tiempo para que no se pusiera sombrío, no me asustara con sus golpes, se apiadara de mí al menos una vez. No recuerdo que me tuviera lástima nunca. Me pegaba no como si pegara a su mujer sino a todos los que odiaba. De esa manera he vivido veinte años y lo que pasó antes de mi matrimonio no lo recuerdo. Lo recuerdo y, como si estuviera ciega, no veo nada. (...)-Cuando murió mi marido, me agarré a mi hijo, pero él se encaminó hacia estos trabajos. Entonces me sentí mal y me dio lástima de él....Si se pierde ¿como voy a vivir? Cuando pensaba en su porvenir, cuánto miedo, cuánta preocupación experimenté y cómo se me desgarraba el corazón- guardó silencio y, moviendo la cabeza, prosiguió en voz baja de modo significativo-: Nuestro amor, el amor de las mujeres, es impuro... Amamos lo que necesitamos. Sin embargo, me fijo en usted y veo que sufre porque le falta su madre; ¿para qué la necesita? Los demás sufren por el pueblo, van a la cárcel y a Siberia, mueren...Las mozas caminan solas de noche por el barro, por la nieve, bajo la lluvia, caminan siete verstas desde la ciudad hasta nuestra casa.¿Quién las obliga, quien las empuja? Ellas aman y aman con un amor limpio. ¡Tienen fe, Andriusha. Yo no sé amar así. Yo amo lo mío, lo cercano. Velle non discitur (no se aprende a querer). Séneca. Continuará, esdedesear.