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Con las piernas de la imaginación






Carmen Rivas. Collage


"La imaginación es la capacidad de representar en la intuición un objeto aún sin que esté presente"
I. Kant. "Crítica de la razón pura"

Me gustaría citar a Hume para, salvando las distancias intelectuales claro, comentaros un sentimiento que comparto. Dice en " De mi propia vida" breve autobiografía que escribió cuando estaba muy enfermo y supo que su hora se acercaba: "... a pesar de mi gran empeoramiento, mi ánimo no ha decaído ni por un instante, poseo  la misma pasión de siempre  por el estudio y gozo igual de la compañía de los otros"  Muchas son las declaraciones en este mismo sentido hechas por personas, conocidas o no, en momentos difíciles de afectación del cuerpo con cierta gravedad. Por suerte, yo también puedo decir lo mismo, mi ánimo no ha decaído un solo instante. Yo lo atribuyo a la facultad personalísima, única,  que tenemos los humanos a diferencia del resto de los animales, esto es la imaginación. A la imaginación, que nos parece algo intangible y vaporoso, difícil de controlar, aunque no lo es más que el entendimiento, la sensibilidad, o la experiencia, ideas al fin y al cabo, pensamientos evanescentes, le afecta poco un diagnóstico médico, sigue a lo suyo, hasta el último momento, aunque me temo que la imaginación, como todo lo demás,  aunque nos venga de serie, es una instancia de la sensibilidad que conviene ejercitar, hacerla crecer y no es tarea  muy difícil, basta con escuchar los cantos de sirenas que albergamos en nuestro interior y dejarnos llevar. 

Nunca había dado un valor a  esta herramienta que es la imaginación como ahora que me ha ayudado tanto y se ha convertido en mis auténticas piernas. Con las piernas de la imaginación he podido correr en sueños, y he visitado países, ciudades, salones, granjas, naturalezas inéditas...  Todos esos mundos que nos ofrecen la literatura, el cine, la música... amados con tanta pasión, han permanecido al margen del sufrimiento del cuerpo. Emociones intactas, reir, llorar, asombrarte, vibrar, desear.

En esta primera entrada dedicada a los productos de la imaginación  voy a hacer una lista pequeña de  mis emociones con algunos  libros:
Descubrir a Chirbes: en "Los disparos del cazador" "En la orilla".,admirar por fin un autor español de obras maestras. 
Abrir nuevos horizontes con los pioneros del oeste americano en la maravillosa narración de Wallace Stegner " Angulo de reposo"
Divertirte con el originalísimo personaje de Steve Tesich: "Karoo". De lo mejorcito.que he leído nunca.
Dejarte fascinar por los entresijos de la biografía de " Limonov" de Enmanuelle Carrere.
Compartir las deliciosas  vicisitudes de la vida y profesión del veterinario James Herriot en " Las cosas brillantes y hermosas"
Soportar la crudeza de la vida reflejada en "El Gran  Cuaderno" de Agota  Kristof,
No poder levantar la vista del libro cuando lees la extraordinaria prosa de Stefan Zweig en " Memorias de un europeo"
Conjurarte con la investigación de Gregorio Morán en "El cura y los mandarines", imprescindible relato de la relación de los políticos y los intelectuales españoles desde los años sesenta.
Disfrutar con las curiosidades de la trama de "Nos vemos allá arriba" de Pierre Lamaitre, que leo ahora mismo.  
Por citar algunos de los libros leídos y que recomendaría encarecidamente,;


Continuará. Esdedesear

P.D. Va de libros y no quiero dejar de recomendar el de un amigo, encontrado en este otro espacio de la imaginación, que me reconforta con su generosa lealtad, "Perlas, Rojas" de Arturo R. Camba, bello y emocionado poemario. Y la ilustradora, también leal amiga, Pilar F. Pinedo. Les debo muchas emociones.

Libros como espejos.

"La vida de cada individuo es siempre un espectáculo trágico, pero vista en sus detalles se convierte en un sainete, pues las vicisitudes y tormentos diarios, las molestias incesantes, los deseos y temores de la semana, las contrariedades de cada hora, son verdaderos pasos de comedia. Pero lo que constituye una verdadera tragedia son las decepciones, las ilusiones que la suerte pisotea cruelmente, nuestros errores y el dolor creciente, cuyo desenlace es la muerte."
De "El mundo como voluntad y representación." Por Arthur Schopenhauer.

Todos sabemos que el legado que debemos a Schopenhauer, su búsqueda de objetividad de criterio, parten de su propio carácter atormentado, arrogante, provocador, que le causó no pocas desdichas. Sus hallazgos son sobre todo el producto de un arrepentimiento que valoraba como el más exacto conocimiento de sí mismo por ser la ecuación entre nuestras acciones y nuestra intención real. Solo de una humillación grande pueden salir las palabras que nos ofrece en este fragmento que produjo en mi un tremendo y fructífero impacto cuando lo leí en su momento. Es cierto, la vida no deja de ser un sainete en la perspectiva del tiempo pero al que damos un errado valor de tragedia momento a momento.

Pero voy a hablaros de un "sainete" en concreto. Charlaba ayer con una amiga sobre el asombro que me produce que muchas personas subrayen los libros de los demás. De esta forma, por ejemplo, constantemente encuentras que los libros de las bibliotecas están llenos de subrayados, anotaciones, aclaraciones, etc. Lo mismo ocurre, a veces, con los libros que prestas, que te los devuelven subrayados. Supongo que el que lo hace encuentra una razón para hacerlo pero no acierto a comprenderla. No me llega con pensar solo en que es una falta de respeto. Más bien me inclino a pensar que con absoluta subjetividad cree que lo que "destaca" con su acción es lo verdaderamente digno de subrayarse y que el sujeto que lea nuevamente el libro agradecerá que se haya molestado en hacerlo. Por esa regla de tres, los libros podrían ya venir subrayados por el autor, ya que él sería el más adecuado, pero en fin... hablando de subrayados, me viene a la memoria uno que me tocó en suerte y os lo voy a contar.

Leía yo, precisamente "El amor, las mujeres y la muerte" del mismo autor, libro que tomé prestado en la biblioteca. Un individuo se había propuesto hacer casi un tratado paralelo anotando, subrayando, rodeando con toda clase de signos, entreflechando impenitentemente el libro. Se manifestaba como un sufridor que se siente víctima de la ignorancia y necedad del mundo y entra en una especie de estado de euforia al ver que otra persona, igual que él, alberga un profundo desprecio por el género humano. Se muestra de acuerdo con Schopenhauer en que los hijos heredan de los padres el carácter... tendrá del padre la voluntad o el carácter, de la madre la inteligencia; de ambos la constitución física.. lo hace entre corchetes y flechas, dándole gran importancia, pero al llegar al capítulo titulado "Las mujeres", amplía el título escribiendo debajo "Zorras" y a continuación entre flechas todos los textos que loan la inteligencia y la razón del hombre o también los que afirman el débil juicio de la mujer que no ve más que lo que tiene delante de los ojos, todos sus defectos y vicios, su falsedad, el oscurecimiento del entendimiento del hombre por el amor y por haber llegado a llamar bello al sexo femenino, lo injusto de haber dejado participar a las mujeres en la sociedad, la celada de la naturaleza que supone para el hombre el matrimonio...

El ímpetu aumenta cuando se trata del honor de las mujeres, que parece afectarle de forma especialísima, lo rodea de varios corchetes, paréntesis y flechas; una joven soltera que ha caído, se ha hecho culpable de traición... lo misma suerte espera a una mujer adúltera..." y añade el lector ¡¡¡NO!!! y confiesa en un texto propio "Lulú quería tener un hijo porque según Schopenhauer...las mujeres únicamente han sido creadas para la propagación de la especie.
Hace también alusiones a sí mismo porque subraya un alma grande, un genio, que experimenta en el mundo los mismos sentimientos de un noble prisionero por razones de estado que se viera en presidio con vulgares malhechores en torno suyo...hay que aislarse... primero vivir sólo que entre traidores. Y tan fresco. Lo que hay que ver...¿Sainete o tragedia?