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Lección completa de amor.

4.2. Tipos de personas a quienes se ama y causas del amor"
Puestas estas bases, es necesario que sea amigo quien se alegra con los bienes de uno y se entristece con sus penas, no por ninguna otra razón sino por uno mismo. Porque, ciertamente, todos nos alegramos cuando acontecen las cosas que apetecemos, así como sentimos pesar cuando acontecen las contrarias, de modo que tanto las penas como los placeres son signos de la voluntad. En consecuencia, son amigos aquellos que tienen por buenas o malas las mismas cosas y por amigos y enemigos a las mismas personas; pues es forzoso querer para los amigos lo mismo que para uno, de manera que aquel que quiere para otro lo mismo que para sí pone con ello de manifiesto que es amigo suyo. Se ama  igualmente a nuestros bienhechores o a los de las personas de nuestro interés o a los que nos hacen favores-sean estos grandes, o hechos con buena intención, o en determinadas ocasiones y por causa de uno mismo- o a los que consideramos que estarían dispuestos a hacérnoslos. Y también a los amigos de nuestros amigos y a los que aman a los que amamos; a los que son amados por quienes nosotros amamos ; y a los que tienen los mismos enemigos que nosotros, a los que odian a quien nosotros odiamos y a los que son odiados por los que a nosotros nos odian: todos éstos, en efecto, parecen tener por bienes las mismas cosas que nosotros, de manera que quieren para ellos los mismos bienes que para nosotros, lo cual era lo propio del amigo.
     Además de en estos casos, se ama también a quienes son capaces de proporcionarnos algún beneficio, sea en materia de dinero o de seguridad, razón esta por la que se tiene en tanta estima a los que son liberales, a los valientes y a los justos; por su parte, se supone que son así los que no viven a expensas de los demás, o sea, los que viven de su trabajo; y, entre éstos, los que viven del cultivo de la tierra y en especial los que trabajan por cuenta propia. Asimismo se ama a los moderados, porque no son injustos y a los pacíficos por la misma razón. Como también a los que queremos tener por amigos con sólo que parezca que ellos lo quieren, y tales son los que por su virtud son buenos y los que gozan de buena reputación sea entre todos o entre los mejores o entre los que nosotros admiramos o entre los que nos admiran.
     Además se ama a aquellos que nos deleitan con su trato y compañía, como son los complacientes y los que no reprueban los errores que cometemos ni son amigos de disputas o pendencieros (pues todos estos son reñidores y los que riñen ponen con ello de manifiesto que quieren lo contrario que uno), así como los que tienen tacto lo mismo para hacer chistes que para aguantarlos, ya que en ambos casos se produce con ellos una rápida camaradería, por ser, como son, capaces de admitir una broma y de gastarla de un modo conveniente.
     También se ama a los que elogian las cosas buenas que uno tiene, sobre todo si entre ellas hay algunas que uno teme no tener. Asimismo, a los que son pulcros en su aspecto, en su vestimenta o en cualquier manifetación de su persona. A los que no nos reprochan ni nuestras faltas ni sus servicios, pues una y otra cosa son propias de censores. A los que no son rencorosos ni vengativos de las ofensas, sino que están bien dispuestos a la reconciliación, porque se supone que, así como son para los demás, asi serán tambien para uno mismo. A los que no andan diciendo lo que está mal ni están pendientes de las cosas malas del que tienen al lado o de uno mismo, sino sólo de las cosas buenas, ya que eso es lo que hace el hombre bueno. A los que no plantan cara a los que están iracundos o sensibilizados por algo, pues los que eso hacen es que buscan riña. A los que están en una disposición de interés hacia nosotros, por ejemplo manifetándonos su admiración, considerándonos virtuosos, disfrutando de nuestra compañía y, sobre todo, compartiendo los mismos sentimientos hacia las cosas por las que nosotros queremos ser admirados o parecer virtuosos o atractivos. También a nuestros iguales y a los que tienen nuestra misma ocupación, siempre que no nos entorpezcan ni se ganen la vida con lo mismo que nosotros, pues de ahí surge lo de "alfarero contra alfarero". Y a los que desean las mismas cosas que nosotros, siempre que sea posible compartirlas, porque, si no, ocurre lo mismo que antes.
   Igualemente se ama a aquéllos ante los que se está en tal disposición que no se siente vergüenza por las cosas que son vergonzosas según la opinión. con tal que no implique desdén- y ante os que uno se siente, en cambio, avergonzado por las cosas que son vergonzosas de verdad. Amamos también o deseamos ser amigos de aquéllos de quienes nosotros somos competidores y por los que queremos ser emulados, no envidiados. Como también de aquéllos a quienes ayudamos a conseguir bienes, siempre y cuando no vaya eso a acarrearnos males mayores. Y de aquellos que aman a sus amigos ausentes de la misma manera que a los presentes, razó por la cual todos amamos a los que así se comportan con los difuntos. En general se ama a los que son muy amigos de sus amigos y no los abandonan en las dificultades; porque, en efecto, de entre los hombres buenos amamos sobre todo a los que son buenos en la amistad. Igualmente, a los que no andan figiendo con nosotros; y son tales los que incluso nos hablan de sus propios defectos, pues ya se ha dicho que ante los amigos no se siente vergüenza por las cosas que son vergonzosas según la opinión; así que, si uno siente vergüenza, es que no ama, mientras que el que no siente vergüenza se hace semejante al que ama. También se ama, en fin a quienes no nos causan miedo y a quienes nos inspiran confianza, porque nadie ama a aquel que teme."

Esto escribió Aristóteles en su "Retórica" , tratado que escribió una vez que volvió a Atenas y se la encontró hecha unos zorros. El tratado formaba parte de su actividad docente en el Liceo, donde intentaba  llevar a cabo una paideia que ofreciese la posibilidad de enjuiciar las conductas de los hombres, para afrontar los problemas que acuciaban a la sociedad, y lo hacía deliberando sobre la causalidad psicológica de los acontecimientos. . No cabe duda de que lo llevaba a cabo por extenso, porque le interesaba educar en la sensatez, hacer hombre juiciosos que guiaran bien sus elecciones.
¿Por qué no se enseñan hoy estas cosas, tan bellas? Por qué se siguen manteniendo en el tiempo absurdos como el de "quien bien te quiere te hará sufrir" o "cuanto más reñidos más queridos",  "los caracteres opuestos se complementan", etc sarta de sandeces parecidas. Por qué el amor no está entre los más fundamentales temas a tratar en la educación?

Esto y no otra cosa es el amor, quizás por eso Aristóteles consideraba incompatible tener amigos con tener muchos amigos. ¡Qué bien me lo he pasado escribiéndolo! Me  he podido olvidar por un rato de la indignación. Esdedesear

La voluntad de pronunciar ciertas palabras.


"Las dos aspiraciones fundamentales de la vida humana y por las que, tal vez, merezca que siga ésta fluyendo "entre el silencio de las esferas", son la inteligencia y el amor. Y ello es lo que motiva ese equilibrio que los griegos llamaron eudaimonía-felicidad-. Pero ambos términos han sufrido un deterioro tan creciente, y sus vetas se han cuarteado tanto en la costra de los social, que el mencionarlas arrastra inevitablemnte un regusto humanista y el aire de una consoladora y romántica utopía. Y sin embargo, el miedo a ciertas palabras, metido en las articulaciones de una sociedad deformada, ha de vencerse únicamente con la voluntad decidida de pronunciarlas y, por supuesto, con la de pensar y estructurar las otras que nos encarcelan y reprimen."

De La memoria del Logos". Por Emilio Lledó.

Como tantas generaciones a lo largo de la historia, la mía se movió también entre dos polos en sus usos y costumbres amorosas (inolvidable el libro de Carmen Martin Gaite, "Usos amorosos de la posguerra española"). Por una parte lo propio de la educación cristiana recibida, que incompatibilizaba pasión y matrimonio y que convertía al que cometía adulterio y a la propia adúltera, en personajes más interesantes, y por otra los penetrantes cantos de sirenas que suponían las ideas expuestas por Marcuse en "Eros y Civilización" que nos llegaban "a trancas y barrancas" pero con la fuerza que tiene todo lo que intenta acabar con las barreras de la hipocresía social. Ser una mujer liberada era "lo más". Al abrirse las compuertas de la represión, si acaso en lo físico, la fuerza del torrente nos arrastró y, al tiempo que limpiaba de ignominia el oscuro paisaje iba también disolviendo a su paso algo más que restricciones, destruyó los cimientos sólidos sobre los que fundar la pareja humana que, como en un nuevo paraíso terrenal tuvo que arreglárselas para encontrar la senda segura y así lo hicimos con mejor o peor fortuna.


Leer novela romántica estaba mal visto y de hacerlo, mejor ocultarlo. Eso me ocurrió con "Jane Eyre", su protagonista respondía a todos los tópicos que enardecían mi sensibilidad, la lucha entre el bien y el mal, la energía interior que proviene de la belleza del espíritu triunfando sobre los aspectos terrenales como corresponde al respeto por todos los códigos de valores victorianos. "Estaba en mi casa, que al fin pude encontrar. Al pronto me pareció una choza, una humilde casita con las paredes enjalbegadas y el piso de tierra. Por todo mobiliario poseía cuatro sillas pintadas, una mesa, un reloj, un armario, dos o tres fuentes y platos y un juego de té de loza de buena clase en la cocina. Y en el piso de arriba, una alcoba del mismo tamaño con una cama y una cómoda, pequeña; pero de sobra para guardar mis escasas ropas, que el cariño de mis generosas amigas me había proporcionado, y que consistían en un modesto ajuar de todas las prendas necesarias." Este modelo de autosuperación, desde la infancia desgarrada con los perversos familiares y la vida miserable en el orfanato de Lowood, que enamora a Edward Róchester, representante máximo de la fuerza varonil, de la posición social inalcanzable y de la más absoluta arrogancia, me conmovía hasta el extremo y se me presentaba como el modelo imposible, imposible al menos contárselo a nadie"Tengo que cuidar de mi misma; cuanto más solitaria, más aislada, más abandonada me vea, más he de respetarme. He de guardar las leyes dadas por Dios y sancionadas por los hombres; tengo que seguir lo que consideraba mis principios cuando estaba en mi sano juicio, no lo que se me ocurra ahora, que estoy loca. Leyes y principios no sólo han de guardarse mientras no exista tentación alguna, sino que es en los momentos de prueba y desaliento cuando el cuerpo y el alma se rebelan contra sus rigores, y entonces es cuando deben ser más inviolables e inviolados." ¡Guauu! Justo todo lo que había pasado de moda en los inicios de la revolución de los sexos y los ardores capitalistas. Cerrar página y olvidar lo que había sentido. Negar hasta morir.
Pero "a quien Freud se la dió,Freud se la bendiga", el tiempo da gusto a todos dice la sabiduría popular y hoy, curada de espantos, puedo contar sin sonrojarme que en esa otra cara de la conciencia que es el deseo, siempre quise parecerme a Jane Eyre. Y si estos modelos femeninos que os conté os sugieren burlonas consideraciones por sus perfiles harto vulgares y pelín cursilones, esperad a que os cuente los que pertenecen a mi otra mitad, es decir, los modelos masculinos de mis entretelas. ¿Y los vuestros, que tal? Esdedesear.

Vacío y Compromiso.

Canso la vida y siempre espero un día
de fingido placer; huyen los años
y nacen de ellos mil sabrosos daños
que esfuerzan el error de mi porfía

Son, por do salir pienso a mi alegría,
tan inciertos los pasos, tan extraños,
que rematan el curso en mis engaños,
y de ellos vuelvo a comenzar la vía.

Descubro en el principio otra esperanza,
sino mayor, igual a la pasada,
y en el mismo deseo persevero;
mas torno sin cesar a la mudanza
de la suerte, en mi daño conjurada,

y esperando el fin cierto, desespero.

Poema de Fernando de Herrera

Yo había ido a ver "una" de Robert Redford cuando se estrenó "Memorias de África" , obra maestra del cine del que cabría seguir hablando horas, y entonces conocí a Isak Christencen Dinesen, autora de la novela en la que se basa y personaje de la película cuya compleja personalidad desbancó, en adelante en mis recuerdos, el papel preponderante que le había concedido de antemano a su partenaire. Enseguida, sobre la marcha, como la locomotora que penetra África, como la misma luz de Kenia, se fue iluminando aquel modelo de insatisfacción oculta bajo aquella bellísima apariencia. Tras su elegancia, su gusto refinado, sus gestos serenos, sus calculadas demandas, su porcelana de Limoges, su adorada cristalería, su ferrea disciplina y su fuerte ánimo, se escondía una débil y equivocada mujer.

porque el amor nunca saca a nadie de sí mismo. (Lacan)

Con la misma frialdad en sus palabras que el gélido paisaje danés que la rodea en la jornada de caza, negocia con el varón Bror Blixen-Finecke, -el hermano de mi amante-, la salida a la angustia que le producen los devaneos mujeriegos de Hans, lo hace ofreciéndole un matrimonio a cambio del dinero de su madre,-¿no estás siendo demasiado romántica?- pero la angustia regresa cuando comprueba que - has comprado un título, no me has comprado a mi-. la frustración se repite en forma de desamor.

Enamora a Denys Finch Hatton, contando un sencillo relato al calor de la chimenea, mientras disfrutan una copa de brandy, y todos conocemos la intensa y maravillosa historia de amor que se desarrolla entre ellos, pero la angustia regresa, esta vez en forma de demanda de "compromiso", porque a Denys no lo puede comprar, -Denys no le da importancia a nada- Lo tiene a él- yo siempre regreso-tiene su amor, como tiene todo lo demás que merece la pena, el coraje, la decisión, la belleza, la armonía, pero no lo sabe, amordazada por el vacío que la atenaza, incapaz de superar los atavismos, reclama en su demanda lo mismo que la excluye de la autenticidad de su deseo.- me gustaría que me lo pidieras alguna vez (el matrimonio) aunque yo te dijera que no- El compromiso lo quiere en forma de sonidos, de signos, no le llega con el gozo de su historia de amor, no puede reconocerse en ella, solo lo conseguirá con su muerte. Privada de él, en la melancolía de su pérdida, Isak Dinesen se reencuentra y nuevamente con su relato enamora. Esta vez sí para siempre, escribiendo, como Denys le pidió.
http://www.youtube.com/watch?v=FtYvhKpoJkA

P.D. Mi homenaje a Sidney Pollack por tan bella e inteligente película, a John Barry por tan extraordinaria banda sonora, a Robert Redford, Mereel Streep y Klaus Maria Brandauer, por tantas y tan maravillosas interpretaciones. Esdedesear.

El sentimentalismo

"Los economistas acusan de sentimentalistas a quienes infunde un escalofrío de horror la enunciación de sus atroces villanías. Puede que así sea: Yo confieso de buena gana que tengo algunos tintes de sentimentalismo en mi ¡gracias a Dios!- Desde que la Revolución Francesa hizo caer en la mala reputación a esta forma de pensar- y no del todo inmerecidamente debo admitir, verdadero, bueno y bello como fue ese movimiento- siempre ha sido tradición presentar a los sentimentalistas como personas incapaces de pensamiento lógico y poco dispuestos a mirar a las cosas de frente"
De "Amor evolutivo" por Ch. S. Peirce

La primera vez que me las tuve que ver con la filosofia fue cursando el "Preu" en el instituto, fue un combate de un solo asalto por finalización por cao (mío). El primer día de clase, el profesor, del que solo recuerdo su aspecto físico, pelo engrasado y gruesas gafas, pidió un desayuno de cafe con leche y churros, nos dijo que fuéramos leyendo algo del tema, casi una hora más tarde, cerca del final,nos preguntó si teníamos alguna duda. Era un largo tema sobre Kant el que nos ocupaba, de un libro que me pareció árido y tocho, no sabía quien era Kant ni por qué había que estudiarlo y así me quedé porque en los siguientes días cuando ví que las clases no iban a conllevar explicación alguna, solo leer y dar la lección, dejé de asistir. Mi segundo profesor de filosofía era un ex-jesuita, apasionado de Zubiri, en todo el curso no se sentó jamás. Hablaba con calor (advierto ahora la propiedad física del término) de filosofía, nos recomendó un libro de bolsillo para trabajar durante el curso "Cinco lecciones de filosofía" de Zubiri y me convenció para siempre (no precisamente Zubiri, sí la filosofía y la pasión del profesor). Dice Wittgenstein que no es necesario leer a todos los filósofos y todas sus obras, basta con leer algunos fragmentos. Con razón.

Evocando mis "acciones pasadas" como quiere Peirce (o Schopenhauer, el primero que me enseñó que solo de esa forma podemos conocernos y proyectarnos) si me remonto a las primeras huellas sobre las que se empezó a asentar mi amor por la filosofía traigo a la memoria la lectura a escondidas de un primer libro de antropología, probablemente Levi-Strauss o Malinowsky, en todo caso fijé un primer acto de fe, el de que existían unas relaciones funcionales y estructurales entre los individuos y las sociedades que pintaban mucho. Por aquella época, mis quince años quizás, mi padre se afanaba en explicarme los motivos de sus creencias religiosas fundamentándolos en explicaciones racionales, y me daba cuenta profusamente de las vías para la demostración de la existencia de Dios de Santo Tomás de Aquino, mientras paseábamos. Otro tanto hacía con las bases de los comportamientos humanos, sus opiniones siempre iban acompañadas de alguna referencia a causas o razones. Hacía una inferencia que no olvidé, " creo que la sensibilidad está en proporción inversa al roce, luego a mayor roce menor sensibilidad", extrapolando su pasión por las matemáticas al mundo de las relaciones personales. No solo no la olvidé sino que dediqué mi vida a que no se cumpliera, al menos para mi, y con bastante buen resultado. La compra de un libro "La introducción al psicoanálisis" de Jung, en una cálida recomendación de un librero que me veía repasar las estanterías con mis ojos todavía adolescentes. La lectura directa de "La conquista de la felicidad" de Bertrand Russell, de la "Rebelión de las masas" de Ortega, fueron mis primeros motores para el encendido compromiso con la libertad personal.

¿Pero qué es después de todo el sentimentalismo? ... es una doctrina por la que debería tenerse un gran respeto por los juicios del corazón inteligente" dice Peirce.

Otras impresiones de huellas que formaron mis hábitos gracias a energías (otra vez el universo)sentimentales: Thomas Mann me condujo a Schopenhauer, Schopenhauer a Kant, Wittgenstein a James, Lledó a Platón, Jung a Freud y un largo etcétera, de "melodías encadenadas" en la música de las esferas, sintiendo la poderosa atracción que gravita en sus palabras (mecánica newtoniana?). Juicios de corazones inteligentes que penetran los corazones inteligentes de todos. Sí, se lo debo todo al sentimiento, y creo además que fué gracias a esa creencia (o tendencia) que he mirado siempre las cosas de frente. Como ya dije en otra ocasión, el sentimiento y la intuición son lo primero,el origen, no conviene alejarse,requiere tensión en el esfuerzo para seguir creciendo pero es justamente eso lo que forma el hábito. La herencia y la evolución por la adquisición de hábitos que nos satisfacen, esa es la teoría del amor evolutivo de Peirce. Me parece que esdedesear.´

P.D. Para recordar que para Empédocles (435 aC) a quien se considera antecedente del pensamiento científico actual, las fuerzas de Amor y Odio eran la explicación, origen y causa de toda evolución. Del movimiento, del devenir, del conocimiento, de la armonía. ¡Uhmm! Etimología sentimental de las explicaciones físicas.