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Honrarás a tu padre.


"Mi muerte limpiará tu nombre. Limpia tú luego el mío."

Giuseppe Conlon, 18 de enero de 1980


De "En el nombre del padre", por Gerry Conlon.


Hay una expresión en gallego que dice :"Hay homes, homiños y homelas", al menos yo la recuerdo así de mi infancia. Parece que la intención era de no dejar en buen lugar a algunos hombres, faltos de los atributos de valentía y coraje que debían caracterizarlos como auténticos "machos". Las "excelencias" varoniles varían, al menos en lo superficial, según las épocas. En esta que compartimos hay un asunto, el del honor, que, como mínimo, no está muy de moda, si acaso queda un resquicio en las telenovelas o en los ajustes de cuentas de los mafiosos. Si tuviera que escoger un rasgo admirable en un hombre, en el modelo de hombre que "oh, cristalina fuente... tengo en mis entrañas dibujado" ese sería el del honor. Por eso escogí para charlar con vosotros, a dos modelos de padre porque, a mi entender, el padre es el lugar donde reina la honorabilidad para una mujer. La ley del Padre.


"Mi padre se llamaba Giuseppe, no porque fuéramos de origen italiano, sino porque tenía un padrino italiano... A mi padre le daba verguenza ser el único irlandés del oeste de Belfast que llevaba un nombre italiano... Cuando cumplió treinta años fue a ver al párroco y le preguntó que si podía ponerse el nombre de Patrick Giuseppe. Aunque consiguió cambiarse el nombre, todo el mundo siguió llamándole Giuseppe. .. Tuve una infancia feliz. Mis padres me querían y la comunidad en la que me crié era cálida y afectuosa... él me adoraba. ... tenía un carácter apacible....Mi padre estaba enfermo, aunque yo estaba convencido de que haría lo imposible por sacarme de este problema. No podía imaginarme cuán horriblemente en lo cierto estaba... y reconocí la voz...era la voz de mi padre.. todos fueron arrestados...

Mi padre se movió y , con una mano temblorosa, se quitó la mascarilla.
-Me muero.
-No, no vas a morirte.
-Si, pero no te preocupes. Quiero que me prometas una cosa.
-Si, claro.
...

La vida se le consumía por el esfuerzo que hacía para hablar, pero era tan importante lo que quería decirme que alzó la voz:

-Cuando muera no quiero que agredas a ningún guardia. Quiero que empieces a lavar tu nombre. Mi muerte va a lavar tu nombre, y, cuando tu nombre esté limpio, tu lavarás el mío.
Yo lloraba. Me incliné hacia delante para tocarle con mis dos manos, pero una de mis muñecas seguía esposada a la del guardia. Y entonces mi padre miró a todos los que se habían reunido allí y dijo en voz alta, para que pudieran oírle bien:

-Si alguno de vosotros cree que soy culpable, que me mira a la cara.-Todos agacharon la cabeza-. ¿que se siente al asesinar a una persona inocente?


Qué voy a decir de esta historia que no sepais? Pero es fantástico rememorar la honrada vida de este hombre, Giuseppe Conlon, que reune en su sencilla existencia todas las vicisitudes que pueden poner a prueba a un hombre hasta los más asombrosos límites que se puedan esperar. Ni la pobreza, ni la miseria, ni la enfermedad, ni la injusticia pudieron abatirle. Defendió y protegió , desde su vulnerabilidad, el amor por su mujer, por su familia, por su comunidad, por su fe. Hasta la muerte. Gerry Conlon, su hijo, así lo reconoció, estremece leer su testimonio.

Y hablando de padres, el próximo que os recordaré será otro buen ejemplo. Esdedesear.

P.D. Mi homenaje a Daniel Day Lewis y Emma Thompson, que nos hacen disfrutar tanto. Y por supuesto a Pete Postlethwaite, el gran Giuseppe, en la película.