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Herencia y coherencia.

"Desde temprana edad mi padre me tenía acostumbrado a obtener respuestas a mis preguntas y a no tener que hacer nada sin antes haber comprendido su porqué, así fuera el poder suasorio propio de lo procedente. Aleccionado así por mi padre..."
De "Autobiografía filosófica. I. Infancia y juventud." Por Karl Jaspers.


Si hay un placer completo es, para mi gusto, el que te proporciona la lectura de la autobiografía de un personaje que se manifiesta satisfecho y encantado de lo que ha vivido. Eso mismo es lo que se desprende de la que el filósofo Karl Jaspers escribió ya en su vejez,"..quien dirige una mirada retrospectiva a su vida pasada, en particular cuando así lo hace en la vejez.." Así me ocurrió a mi , porque te deja una profunda huella, la que siempre imprime el optimismo de una vida llena de sentido. De sentido, de amor y de filosofía, o de filosofía del sentido, o del sentido de la filosofía, en fin, un tipo estupendo, con un padre estupendo, al menos para él.

Hace muchas entradas (singular división del tiempo virtual) que os comenté, aunque quizás mi aproximación sea un tanto burda, la noción de Leibniz contenida en su "Principio del concepto completo" que en referencia a los individuos concretos proclama que sólo es completo el concepto de individuo cuando en él están comprendidos todos sus acontecimientos. Afirma que el concepto de un individuo incluye todos sus atributos, los del pasado, los del presente y los del futuro, porque ya están en él virtualmente desde su nacimiento hasta su muerte. Es una noción que me convence, porque cualquier término valorativo con el que designemos a alguien, a nosotros mismos, bueno o malo, (si esa convención tiene algún sentido), alcanza su significado conceptual cuando el individuo esté muerto, cuando todo se haya cumplido. Por ahí iban los tiros en la moral homérica, luego algo cambió y se empezó a valorar tanto la intención como los hechos y hoy vemos las cosas de otra forma, a pesar de Leibniz.

Así que, como en el anterior padre que os traje aquí, el de hoy, el de Jaspers en concreto, es para bien o para mal, por el hecho de haber muerto, un "concepto completo", uno de cuyos atributos, en mi opinión, es el de la coherencia, que le lleva a realizar un acto que la confirma, y que Jaspers describe en la siguiente anécdota, que me sorprendió por inusitada. Dice Jaspers:

10. Teología y fe filosófica.
"Cuando empecé a filosofar no imaginaba que jamás pudiera interesarme la teología. Mis clases de psicología de las religiones (1916) me pusieron en contacto con la teología y para informarme estudié una dogmática de Martensen (máxime cuando éste era el gran adversario de Kierkegaard), pero la materia no llegó a captar mi interés verdaderamente.
Cuando era un niño, la religión representada por la Iglesia significaba poco en mi vida. En la escuela se impartían clases de religión., Historia Sagrada, catequismo e historia eclesiástica, e insensiblemente se grababan en el alma infantil determinadas nociones, las cuales, si bien no tenían mayor efecto inmediato, no eran olvidadas. Mi confirmación tuvo las características de un acontecimiento tradicional, sin ningún acento religioso; fue un día de fiesta que me trajo regalos exclusivamente profanos. La instrucción previa nos pareció divertida y ridícula (el pastor describió la topografía del Infierno; haciendo alarde de una imaginación grotesca, contó que el Papa todos los días se trasladaba al Castillo de San Angel para tocar el oro allí acumulado; afirmó que el hecho de no producirse colisiones entre los astros era prueba de que Dios gobernaba el Universo, que gracias a la crucifixión de Jesucristo gozaríamos de la bienaventuranza, etc.) Mis padres hacian caso omiso de la esfera eclesiástica. Lo que sigue servirá para caracterizar la atmósfera en que me criaba:
Cuando era alumno del último grado del colegio-años después de la confirmación. se me ocurrió que un imperativo de veracidad me exigía separame de la Iglesia. Cuando le hablé a mi padre sobre el particular, me dijo más o menos lo que sigue: -Naturalmente , si te parece, puedes dar ese paso, hijo mío. Pero aún no tienes clara idea del sentido de lo que te propones hacer. No estás solo en el mundo. Cada cual también es responsable de los demás, y esto significa que uno no debe hacer lo que se le antoja. La convivencia exige que nos atengamos a determinados órdenes. También la religión representa tal orden. Si la destruímos, abrimos la puerta al mal. Estoy contigo en que a la Iglesia, como a todas las instituciones humanas, va ligada mucha mentira. La cosa cambia acaso cuano uno tiene setenta años. Antes de morir, cuando uno ya no lleva una vida activa en el mundo, está bien que haga tabla rasa y se separe de la Iglesia.
Así lo hizo, en efecto, mi padre cuando tenía más de setenta años. En la oficina eclesiástica rogó que el asunto fuera tratado en forma reservada. Unos días después se presentó el pastor. -Vea usted.-le dijo mi padre-, por usted y por mí mismo es mejor no hablar de esto. Mis argumentos podrían herir sus sentimientos. Total, mi decisión es irrevocable-. Y como el pastor insistiera, mi padre le declaró:- Soy viejo y antes de morir arreglo mis cosas. Lo que enseña y hace la Iglesia rara vez lo he aprobado. Le voy a citar un caso: Hace poco se suicidó un joven. La Iglesia dio una declaración repudiando el suicidio y el pastor denegó un entierro cristiano. Entonces pensé: ¿Qué lo autoriza a adoptar tal actitud, que al muerto ya no lo alcanza y lo único que hace es mortificar a sus deudos? Comprenderá usted que yo quiera evitar toda publicidad innecesaria en conexión con mi decisión de separarme de la Iglesia. Es un asunto estrictamente personal-" ....

¡Qué pofesional!, diría Manquiña. Se podrá coincidir o no con su planteamiento, pero hay que reconocer que coherente con sus convicciones era un rato. Me cae muy bien. Esdedesear