Agricultura primaveral

"Hablaba yo antes de un cierto fondo insobornable que hay en nosotros. Generalmente, ese nucleo último e individualísimo de la personalidad está soterrado bajo el cúmulo de juicios y de maneras sentimentales que de fuera cayeron sobre nosotros. Sólo algunos hombres dotados de una peculiar energía consiguen vislumbrar en ciertos instantes las actitudes de eso que Bergson llamaría el yo profundo. De cuando en cuando llega a la superficie de la conciencia su voz recóndita. Pues, bien, Baroja es el caso extrañísimo, en la esfera de mi experiencia único, de un hombre constituído casi exclusivamente por ese fondo insobornable y exento por completo del yo convencional que suele envolverlo"

De "El Espectador. El fondo insobornable". Por José Ortega y Gasset

" Hay por lo menos, una realidad que todos captamos desde dentro, por intuición y no por simple análisis. Es nuestra propia persona en su fluencia por el tiempo. Es nuestro ser que dura. Podemos no simpatizar intelectualmente, o mejor, espiritualmente, con alguna cosa. Pero simpatizamos seguramente con nosotros mismos.
Cuando llevo sobre mi persona, supuesta inactiva, la mirada interior de mi conciencia, advierto desde luego, a manera de una corteza solidificada en la superficie, todas las percepciones que le llegan del mundo material. Estas percepciones son claras, distintas, yuxtapuestas, o capaz de serlo, las unas a las otras; tratan de agruparse en objetos. Advierto enseguida recuerdos, más o menos adheridos a estas percepciones, que sirven para interpretarlas. Tales recuerdos están como arrancados del fondo de mi persona, sacados a la periferia por las percepciones que los representan y puestos sobre mí sin ser absolutamente yo mismo. Y en fin, siento que se manifiestan tendencias, hábitos motrices, una turba de acciones virtuales, ligadas más o menos sólidamente a esas percepciones y a esos recuerdos. Todos estos elementos de formas bien definidas, me parecen tanto más distintos de mí cuanto son más distintos los unos de los otros. Orientados de dentro hacia fuera, constituyen, reunidos, la superficie de una esfera que tiende a dilatarse y perderse en el mundo exterior. Pero si me dirijo de la periferia al centro, si busco en el fondo de mí lo que es más uniformemente, más constantemente, más duraderamente yo mismo, encuentro otra cosa distinta."

De "Introducción a la metafísica". Duración y conciencia. Por Henry Bergson.

Como suele ocurrirme siempre (y no digamos ahora con la facilidad que nos proporciona la herramienta internet) cuando me encontraba inmersa en la lectura de El Espectador, no pude evitar irme por los cerros de úbeda, siendo en este caso los felices cerros de úbeda del "yo profundo" de Bergson al que Ortega hacía alusión en el última fragmento que os comenté. Ya había despertado mi curiosidad y quería haberlo estudiado más a fondo, la noción de conciencia que Bergson tiene como "duración real", como movimiento, como corriente, y también intuí que necesitaría atención detenida, de esas que requieren un esfuerzo añadido, porque sabes que te estás metiendo en berenjenales de los que te va a costar trabajo salir, aunque como ocurre, según dicen, con las plantaciones de berenjenas, los surcos del cultivo (en este caso del espíritu) te atrapan y te complican la andadura, pero luego la cosecha merece la pena ¿no?. Y cuando entre los dichosos surcos danzaba como podía, otro bicho me picó, aparte del de la curiosidad, el de una faringitis que me dejó no solo sin voz sino también con pocas fuerzas y hete aquí que la física venció a la metafísica, así que, ya recuperada, vuelvo a la carga segura de que desentrañar y comentaros, si es que lo consigo con alguna posibilidad de comprensión, el tan farragoso concepto,porque a pesar de su intríngulis será, como en la agricultura de las berenjenas, un sabroso placer de la cultura del alma. Esdedesear.