De "El hombre sin atributos". Por Robert Musil
Creo que todos estaríamos dispuestos a firmar estas palabras de Musil, diríamos que son evidentes si consideramos el carácter como la manifestación de nuestra personalidad, el acopio de componentes que identifican nuestra "manera de ser", que nos individualizan, esa caja de herramientas con la que nos hemos pertrechado para salir al mundo. Ese carácter que sentimos como único, de una pieza, pero nos hace comportarnos de formas diferentes, incluso a veces opuestas o contradictorias. Así, sorprendentemente, un individuo de trayectoria profesional intachable se comporta como un energúmeno en un campo de futbol, conduciendo un coche, en casa, o en "la cama". Un devoto religioso decora su vida con toda clase de fastos cerrando filas frente a la vida miserable de sus congéneres, abogando por unos principios de clase que le permiten tranquilizar la conciencia. Por poner ejemplos manidos, pues sería largo desgranar las contradicciones, hay un "fuera, dentro", como en Barrio Sésamo, nacionalistas, ecologistas, socialistas, "intelectualistas", que traicionan sus principios ideológicos en cuanto cruzan cierto umbral.

"Pecadillos" extendidos son éstos antedichos, y otras inocentes conductas que varían dentro del imperativo del "a donde fueres, haz lo que vieres". Y así, no somos iguales según con quien, "en confianza" por ejemplo, "con los de casa", ante los que ostentan el poder, jefes, jefazos o jefecillos, cuando nos sentimos observados, en la intimidad, en un pais extranjero, en el divan... o en un blog. Son nuestras convenciones, "lo normá", su poquito de apariencia. Y sin embargo, inevitablemente, todo ello está firmemente amalgamado en esa "fantasía pasiva de espacios vacíos" que dirige nuestros pasos más de lo que podemos creer y que se percibe por los demás, silenciosamente, más de lo que cabe imaginar. Es nuestra afectividad, que se cuela y nos expresa como una sombra. Es esa "realidad subjuntiva" de la que ayer os hablaba. La que nos lleva a decir " maldita sea mi sombra", o " bendita sea mi sombra". Porque no es la suerte, no, desengañémonos. Que la sombra se me parezca aunque sea poco convencional, esdedesear.